martes, 16 de abril de 2024

Espíritu Dada. Mr. Duchamp, the smart phone rots my mind.

Recurro al absurdo, a la provocación, a la ironía… me gusta descolocar y crear confusión, sobre todo cuando escribo. Digo y me desdigo, no quiero grilletes. Mi madre es Marcel Duchamp, mi padre es Rrose Sélavy. No creo en los manifiestos, aunque los redacte. Todo es una gran performance.

Hace tiempo que abracé el espíritu dadaísta en mis textos. Vivo en el umbral de lo incierto. No te creas todo lo que digo, todo aquello que escribo. Dos bestias enfurecidas se lanzan dentelladas sin alcanzarse, sin apenas herirse. No te acerques a ellas, sólo yo las puedo amansar.

Al despertar mi corazón palpita triste. Es literatura, es poesía, es ficción, es realidad. Con mis palabras retorcidas quiero confundirte, hacerte huir de tu madriguera, sacarte de ese lugar cómodo en el que te has instalado, confortable pero ficticio. Voy a golpearte con mi pierna ortopédica hasta avivar tu llama. Quiero que abraces el antiarte y aborrezcas el mercantilismo actual. Pronto llegarán los barcos de China cargados de regalos.

Tal vez no sea culpa tuya, vivimos en una sociedad idiotizada en la que no existe la culpa. Mr. Duchamp, the smart phone rots my mind. Todos somos víctimas, la debilidad hecha virtud. Para no anestesiarme con fármacos, leo y releo continuamente los mismos libros sobre filosofía, arte, simbología, religión y esoterismo, y pronto los olvido. Son libros que huelen a viejo. Mi mente es frágil y mi biblioteca demasiado extensa. Debería trasladarme a una casa más grande.

jueves, 11 de abril de 2024

Encontrando el camino

Tras este falso retiro de meses, trabajando mucho pero alejado del ruido del arte mundano y servil, apartado de grupos y grupúsculos, de risas y abrazos huecos, estoy retomando el camino. Qué zalamero y venenoso es nuestro mundo. Desintoxicado de energías oscuras, he podido pensar hacía donde camino con mi trabajo artístico o lo que es lo mismo, hacía donde va mi vida. Nuestra vida.

Necesitaba hacer balance, algo fundamental después de muchos años dando guerra. Pelear siempre a contracorriente desgasta. Necesitaba respirar profundo. Sin interferencias todo se aclara, sin prisas absurdas he podido hacer un ejercicio de introspección, muy necesario y sanador. Fortalecido y con gran parte de las heridas curadas, no he llegado a ninguna conclusión mágica, pero he subrayado algo que siempre he sabido: luchamos sin bandera y solos.

Como digo, no he descubierto nada nuevo, pero a veces necesito recordar obviedades para sonreír al mirar atrás. Todo esto lo hemos logrado sin la ayuda de nadie. Siempre ha sido así, peleamos en el arte sin servidumbres ni vasallajes, desde la verdad, lo que nos hace más fuertes e imprevisibles.

DESPERTA FERRO.

domingo, 10 de marzo de 2024

Pequeño homenaje a Camila Cañeque (1984-2024)

Hace menos de un mes que falleció la artista barcelonesa Camila Cañeque a los 39 años y he querido hacerle un pequeño homenaje en ARCO. Un proyecto sin ruido, desde el corazón. Necesitaba despedirme.

Somos pocos los locos que peleamos bajo la bandera del arte de acción y menos los que lo hacen sin escudo, como lo hacía Camila Cañeque. Su trabajo reflejaba su forma de pensar, era real, veraz. Su obra era coherente y consecuente, algo inusual en este circo vanidoso al que llamamos arte. Tomó el camino difícil. Arte y vida unidos, sin seguir las modas, sin coger ningún atajo. No estaba arropada y protegida por un colectivo, era una voz libre y, sobre todo, valiente. Ella no hacía performances de panfletos, no se detenía en mensajes fáciles, su universo era más profundo, y se nutría de reflexiones filosóficas complejas. A Camila Cañeque le preocupaba especialmente el uso que hacemos del tiempo en nuestra sociedad, como si intuyera que el suyo iba a ser breve.

He realizado la acción en ARCO, porque fue en esta feria en 2013 cuando Camila Cañeque se dio a conocer vestida de flamenca con la performance titulada Dead end. En aquella ocasión, tumbada en el suelo con poemas del Romancero gitano de García Lorca a su alrededor, hablaba sobre "la muerte de España ante el poder capitalista”.

La mía ha sido una performance pausada, sin ruido, sin buscar el foco mediático, calmada, sin pretensiones, casi una oda a la inactividad, todo un desafío en una sociedad hiperactiva y estresada que busca el éxito a cualquier precio. Una acción a contracorriente (acció a contracorrent), para despedir a esta artista que reivindicaba la pasividad, el ostracismo y la inactividad absoluta.

La performance Acció a contracorrent. Pequeño homenaje a Camila Cañeque (1984-2024), de cinco horas de duración, ha tenido lugar en ARCO Madrid el 9 de marzo de 2024. Un proyecto que reflexiona sobre el uso que hacemos del tiempo, de la vida, en nuestra sociedad. Y también un homenaje al arte valiente, transgresor y que invita a la reflexión, ahora que está tan de moda el arte acomodado.

viernes, 16 de febrero de 2024

Declaración de intenciones (Statement)

Desde hace un tiempo, estoy inmerso en la búsqueda. En mis último trabajos las cuerdas lo invaden todo, salen y entran de la obra. Se expanden. Se han convertido aún más en el eje central. Son pintadas, dibujadas, fotografiadas y están presentes. Me atan en un proceso de introspección, íntimo y silencioso.

2024 está siendo un periodo de reflexión, estoy inmerso en un cambio hacia un lugar que desconozco. Nunca me he ligado a un modo de expresión, aunque mis performances sean más conocidas que mis pinturas o mis objetos.

Mis obras mutan, cambian, están vivas. Juego con lo efímero, lo temporal, lo pasajero. Nada permanece eternamente por lo que aferrarse al objeto material es absurdo. Me interesa la idea, el acto creativo, la energía del proceso, la acción de crear. Y no tanto el objeto resultante como mercancía.

Reutilizo y reciclo constantemente mis piezas, no quiero acumular, busco un arte lo más sostenible posible. Como ya he indicado en otras ocasiones, evito la producción masiva de obras físicas, para minimizar la generación de residuos y la utilización de recursos naturales, abogando por un enfoque más ético y respetuoso con el medio ambiente.

jueves, 15 de febrero de 2024

Ciertas esperanzas

Este cuatrimestre imparto clases en la Facultad de Bellas Artes, tengo una asignatura en primero que me indica que no todo está perdido, hay vida más allá de los likes de Instagram y los reportajes de prensa interesados de dudosa objetividad. A estos chichos que no llegan a los veinte años, les importa muy poco lo que pueda decir un periódico o la televisión y ya saben que por norma los políticos mienten, han venido al mundo con la inocencia perdida. Son alumnos muy jóvenes, pero se les nota el brillo de una nueva generación con otros gustos y valores.

Todos los años, si las asignaturas me lo permiten, suelo enseñarles el trabajo de artistas actuales y les hablo de algunos creadores locales. Les muestro varias obras y debatimos. Los que han tenido más éxito, los que menos, los más arriesgados, los más comerciales… Me interesa que conozcan los grandes referentes de nuestro tiempo, pero también resulta interesante que estén al tanto del ecosistema más próximo y, sobre todo, me gusta conocer su opinión. Lo hago tanto en Bellas Artes como en Historia del Arte.

Para mi sorpresa, agradable sorpresa, los últimos años estoy notando menos docilidad hacia lo impuesto. Parece que esta nueva generación tiene más criterio, comienza a distanciarse del gusto nefasto de la última década. Ya no están enamorados del petardeo, las consignas facilonas y el arte vacío muñequil. Les sigue interesando mucho el manga y el anime, pero por la vía de la ilustración, el diseño o los videojuegos. No lo equiparan a un Rembrandt o a un Picasso, entienden que ocupan parcelas muy diferentes. Y cada vez son más los que me hablan de arte político o social y surgen nombres como Santiago Sierra o Rogelio López Cuenca (lo que me hace entrar internamente en éxtasis).

¿Esto significa que la gran burbuja de humo del capitalismo artístico se va a pinchar? No lo sé, pero albergo ciertas esperanzas y tengo claro que cada vez engañan a menos gente.

viernes, 5 de enero de 2024

Una inmaterialidad militante (Manifiesto inmaterial II)

La performance destaca, en primer lugar, como una forma artística más sostenible y comprometida, al reducir el impacto ambiental. Al evitar la producción masiva de obras físicas, la performance minimiza la generación de residuos y la utilización de recursos naturales, abogando por un enfoque más ético y respetuoso con el medio ambiente. En mi caso, para acudir al ejemplo más cercano, para elaborar las performances e instalaciones, evito materiales sintéticos y contaminantes, usando siempre cuerdas de origen natural, de cáñamo concretamente —cada vez más costosas y complicadas de encontrar—, y objetos reciclados que reutilizo dándoles una nueva vida. Los objetos que intervengo y que empleo en las instalaciones y performances, han sido encontrados en la basura, deshechos que son devueltos a la sociedad a través del arte. En este sentido, y bajo este punto de vista, la performance no solo se erige como una expresión artística, sino también como un mensaje de compromiso con la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental en el mundo del arte contemporáneo.

La elección consciente de materiales naturales y el hecho de rescatar objetos abandonados, queda claro que no es un capricho, es un posicionamiento político. Hay una parte de mis proyectos más filosófica, que requiere un análisis profundo y más detallado, pero en paralelo lanzo un mensaje claro en el que invito a un menor consumo, abogando por reutilizar y reciclar. Dando un paso definitivo en este sentido, al renunciar a la producción de objetos para el mercado del arte a partir de 2024. Mi obra ya no está a la venta, no se puede coleccionar, no se puede poseer, tan solo se puede vivir, experimentar o sentir.

Tanto en El lenguaje de los pájaros, 2023, como otros proyectos de los últimos años, sobrevuela la preocupación por el posible colapso de nuestra sociedad, fruto del materialismo desmedido y el consumismo irracional. Estos proyectos están planteados desde una inmaterialidad militante, que señala la responsabilidad de cada uno de nosotros, todos somos culpables y parte de la solución. Entiendo el arte como herramienta social y creo que debemos actuar ahora. Un cambio afrontado en el día a día, que no requiere de grandes y espectaculares conquistas, sino de algo mucho más importante, actuar en nuestro entorno cotidiano, modificar el modo en el que vivimos, acciones cotidianas que sumadas generan una notable mejora.

Al impedir en mi trabajo la compra y la posesión —base de nuestra sociedad capitalista—, e incorporar lo desechado a la obra, invito a la reflexión, cuestionando nuestra relación irresponsable con los objetos materiales y las consecuencias que ello tiene para el planeta. Estableciendo un diálogo sobre la acumulación, el desperdicio y la abundancia. Cada intervención se convierte en un testimonio visual de la capacidad de transformación inherente al arte, el arte como herramienta social, desafiando la percepción convencional de lo desechado, de aquello que no tiene valor bajo nuestra óptica consumista y del dañino ciclo de acumulación y descarte de objetos materiales. Esta práctica artística no solo se traduce en la creación de obras visuales, sino que también sirve como un eco de conciencia ambiental y social, invitando al espectador a reconsiderar la manera en que interactuamos con nuestro entorno y los objetos que conforman nuestro día a día.