El arte se ha hecho tremendamente infantil y superficial, para gustar a una sociedad epidérmica, materialista y que huye de complejidades conceptuales. La cultura para una sociedad inculta.
Muchos creadores y demasiadas galerías oliendo el dinero, han tomado el camino comercial y fácil, saciando de vacuidad a un público cada vez más analfabeto artísticamente. Pero en último término, no son los culpables de este desastre, al fin y al cabo, les dan comida basura a los que demandan entretenimiento y comida basura (arte basura). Tal vez deberíamos empezar a señalar el origen de este mal.
El verdadero problema está en el poder, un lugar de privilegio en el que deberían primar otros criterios. Hablo de los directores de museos, de los comisarios, de los críticos de arte... profesionales que promueven y fomentan esta versión ultra capitalista y pueril del arte, sumándose irresponsablemente al carro de la moda y multiplicando su venero en su área de influencia. Ya sea por acción o por omisión.
Que nadie se preocupe, es solo una opinión, pueden seguir comprando estas piezas a precio de oro e inflando la burbuja. Es una inversión segura. Camiones llenos de muñequitos y pinturas multicolor, obras vacías e inofensivas que huelen a plástico llegarán pronto a tu ciudad y quedarán preciosas en tu salón.