Cada cierto tiempo revisito los libros que más me han inspirado. Me interesan sobre todo entrevistas, biografías o escritos de artistas. Retomo ideas, leo frases subrayadas y recuerdo conceptos que es su momento me ayudaron. Ai Weiwei, Beuys, Duchamp, Picasso, Lucio Muñoz, Millares, Chris Burden, Santiago Sierra, Regina José Galindo, Valie Export… En esta pequeña selección, entran y salen nombres continuamente. No necesariamente admiro ciegamente a los artistas a los que leo, pero si me interesa lo que hacen, cómo lo hace y, sobre todo, cómo piensan. Hace poco he vuelto a leer todo lo que tengo sobre Marina Abramovic, ella suele estar siempre en esta sección de mi biblioteca, donde los performers y la performance tiene un lugar destacado. Aunque reconozco que no siempre he tenido mucha conexión con Abramovic, con los años estoy comenzando a apreciarla desde otra óptica y aprendiendo enormemente de ella.
Pero sin duda, Marcel Duchamp es la figura crucial para mí, su filosofía de vida me ha marcado y siempre que puedo lo saco a relucir. A todos los que nos interesa el arte conceptual, la performance es 90% conceptual, somos hijos legítimos o ilegítimos de Duchamp. La imagen que ilustra este texto está tomada en 2024, una pequeña performance en un aula de la Universidad de Málaga, universidad en la que doy clases desde hace cuatro años en el Departamento de Historia del Arte. En mis clases, como le digo a los alumnos, todo es una gran performance.