Con la acción Please, don’t feed the artist (Por favor, no den de comer al artista), pretendo hacer una crítica al mundo del arte en España e invitar a la reflexión. En los últimos años, ha habido un boom de infraestructuras culturales y se realizan numerosos proyectos y actividades, pero no deja de ser un espejismo. Los recursos, generalmente públicos, llegan mínimamente al creador.
La norma es que una institución cultural o una administración, realice una exposición o programe una actividad con escaso o nulo presupuesto para el artista. Los recursos se destinan a sostener la propia infraestructura de la institución, es decir los gastos del continente y del personal que allí trabaja. Otra parte a los organizadores del proyecto y, si sobra algo, a la producción. Pero salvo milagro, no habrá ninguna partida reservada para los honorarios del artista, como cualquier otro profesional. El artista se mueve entre la gratuidad y los presupuestos irrisorios, en la mayoría de proyectos. Es una situación absurda y sangrante, propia de un país que no valora ni respeta la cultura.
Lo más triste es que a pesar de las condiciones totalmente abusivas, hay una cola interminable de artistas dispuestos a participar del abuso, a trabajar gratis. Con ello se ha creado un sistema enteramente amateur, pues la mayoría de artistas en España no pueden vivir del arte.
Tras la performance, realizada el 8 de octubre en el marco de la feria Art Jaén, el proyecto queda a modo de instalación en el Museo de Jaén hasta la clausura de la feria el 30 de octubre de 2016.