Hablemos un poco de mi último proyecto. La desinformación es poder es un trabajo que llevo varios meses preparando, a medio camino entre la acción artística y el activismo social, y que puse en marcha el pasado 12 de enero:
Las redes sociales, junto a las grandes empresas tecnológicas, comercian con todos nuestros datos. El gran negocio de internet en la actualidad es la venta de datos, los datos que les damos queriendo o sin querer. Vivimos en una encuesta constante en la que no existe ninguna privacidad. Nos hemos convertidos en un producto, una suma de datos, un perfil con el que comerciar o al que manejar-manipular.
Jugando con la ironía y el absurdo, quiero hacer reflexionar a la sociedad del peligro que entraña regalar ese poder. La información de una persona es intrascendente, pero datos de millones de personas analizados y procesados, constituyen un material muy valioso, que puede emplearse para muchos fines y no sólo comerciales.
Con mi trabajo invito a desinformar, a usar internet de un modo crítico, para aprovechar su inmenso potencial, pero sin perder el control. La desinformación como un acto consciente y reivindicativo. El proyecto La desinformación es poder, plantea una solución sencilla pero muy efectiva: se lucran vendiendo nuestra información, ofrezcámosles de vez en cuando información voluntariamente errónea, y el resto de nuestra información, sea veraz o no, quedará en entredicho. No se trata de una acción simbólica, realmente estamos comprometiendo su fuente de ingresos y salvaguardando nuestra privacidad.