Cada vez creo menos en el ser humano, cada vez me apetece menos trabajar fuera de mi cueva-estudio. Cada vez me molesto menos en disimularlo. Las personas me dan mucha pereza, el mundo que crean me desespera. Y sin embargo persisto. Sigo desplegando mi mundo, porque cada vez creo más en la necesidad de un arte activo, incisivo, que no sea inocuo, un arte que se incruste en el día a día, un arte social, político, molesto. Un arte que busque cambiar algo, aunque no lo consiga. Un arte vivo, un arte que sucede ahora, que se agarra a la actualidad, que sólo se pueda hacer en este instante, un arte de acción.
Con mi trabajo intento contar mi versión de los hechos, del tiempo que vivo, un reflejo de lo que veo y, sobre todo, de lo que siento. Las denominaciones me importan muy poco (live art, performance, performance art, action art, acción, arte vivo o simplemente arte), para mí es una necesidad.