viernes, 10 de agosto de 2018

Reflexiones sobre Mediterráneo y nuevos proyectos de arte de acción

En septiembre nos ponemos en marcha. Estamos poniendo a punto el estudio, ordenando material de antiguas performances (reliquias, fotografías, dibujos), revisando la web, pintando paredes y organizándonos internamente. Antes de nada toca una parada en Jaén, ciudad que siempre me ha tratado muy bien, para participar en su feria de arte con Hidden Gallery. Es una cuestión de amistad y casi una tradición comenzar la temporada con una visita a ArtJaén (del 8 al 28 de septiembre). 

Luego, tras muchos meses de trabajo (más de un año), nos pondremos con el proyecto Mediterráneo. Es un trabajo delicado y muy madurado. Las primeras acciones tendrán lugar en otoño. Siento que se avecinan cambios, cambios importantes. Los últimos años han sido de purificación, de limpieza e incluso de sanación y curado de heridas. Pero ya ha llegado el momento de una nueva metamorfosis, tanto personal como artística. Realmente no hay diferencia entre ambas facetas, arte y vida es lo mismo. La transformación ya está teniendo lugar. Pronto volveremos a alzar la bandera y a aullar nuestro grito de guerra, con más fuerza que nunca.

Pero antes necesitaba pararme a pensar, entender de nuevo el sentido de mi trabajo, reconectar con su esencia verdadera. No busco el éxito mundano, ni el reconocimiento, cada vez me alejo más del mundo gris y sus tristes pobladores, cada vez lo entiendo menos. No quiero lo que otros quieren. Mi trabajo es una necesidad vital, nunca ha tenido una finalidad estética y tampoco económica. Para avanzar, necesitaba remendar mi alma y respirar profundamente, tirar la basura y desprenderme de la contaminación acumulada para no perder de vista mis verdaderas razones antes de afrontar los nuevos proyectos de arte de acción. Cada vez más trasversales, menos encasillables y más verdaderos, una mezcla entre performance art o arte de performance con acciones sociales, instalaciones, arte político, activismo, etc. Los nombres me importan poco, nada en realidad, pero reconozco que siento un cosquilleo interno al pensar en los siguientes pasos y al decir en voz baja: desperta ferro, se esboza en mi cara inevitablemente una sonrisa.