En mi trabajo expongo lo que me preocupa. Me retrato una y otra vez, desnudando mi pensamiento y mi filosofía. Reflexiono sobre distintos aspectos de la relación del ser humano y la sociedad actual, hablo del hombre embrutecido y la necesidad de cambio, de evolución, de metamorfosis.
Buceo en la naturaleza profunda del hombre en busca de soluciones, haciendo visible lo invisible. Me interesa lo que guardamos en nuestro interior, lo sutil y oculto, los recovecos del hombre. La naturaleza espiritual en contraposición a la material. La verdad frente al espejismo.
Ya sea desde un punto de vista más introspectivo o desde un enfoque más externo, generalmente pretendo señalar el lado oscuro de la sociedad. No me interesa el arte sin un porqué, sin una finalidad, me parece frívolo y gratuito en el momento presente. Aborrezco el arte decorativo, de fácil consumo y digestión. Lo considero un trabajo inútil, sin compromiso. Me interesa el arte ligado a la vida, que palpita. Creo en un arte ideológico, que pueda construir una realidad mejor.
El mecanismo de mi obra es complejo. Son piezas en las que básicamente construyo ambientes para generar sensaciones. Acciones en las que articulando una serie de elementos fijos y cargados de simbología (cuerdas, sacos, modelos desnudos), busco crear un clima que envuelva el espacio e introduzca a los espectadores en el universo que he creado bajo el nombre de Metamorfosis.
Pero, sobre todo, mi trabajo debe entenderse como un proceso vital, más que una obra en si. Un recorrido coherente e indisoluble con el resto de aspectos de mi vida. Mi mundo artístico, el universo que emana de mi trabajo, es simplemente mi mundo, no hay fronteras entre ambos aspectos. Evolucionan a la par. No hay separación, es vida, por eso sólo concibo la perfomance como verdad, alejada lo más posible de la ficción y del espectáculo del arte.