Me camuflo entre seres grises, pero nunca he sido uno de ellos. Les sonrío y finjo interés por sus vidas, por sus anécdotas clónicas. No me interesan sus esclavitudes voluntarias, pero las escucho con educación.
El problema es que ese veneno engancha. A veces me olvido a mi mismo, me confundo con el paisaje, el humo me desorienta y me pierdo. Por fortuna siempre me despierto, tras algunos meses extraviado. Me siento como un pobre pájaro enjaulado cada vez que normalizo.
La vida prefabricada no es para mí.