Avanzando poco a poco, a mi ritmo. A través de un universo paralelo que hemos construido nosotros, intentando no contaminarme demasiado de los humores que sobrepasan el grueso muro. Supuraciones cargadas de envidia y mediocridad, serpentean en la lejanía. Mi olfato, que nunca me engaña, me anuncia su característico hedor.
Seres huecos, sin nada que aportar, murmuran animados por los titiriteros del arte. Aquelarres atiborrados de veneno. Tristes personajes que se regocijan en su patetismo. Perdedores protegidos bajo su frágil castillo de naipes, se dan calor en el eterno invierno de su alma.
Por fortuna vivo en paz, hace tiempo que colgué en mi puerta un cartelito que reza: “Sólo son bienvenidas las personas buenas”. Pocas visitas recibo.